El 2020 no ha sido un año perdido para todos. Mientras que la mayoría de las economías del mundo hacen frente a nuevos parones, recesiones y despidos ante el redoble del coronavirus, China anunció ayer que su producto interior bruto creció un 2,3% en ese año aciago. Se trata de la cifra más baja desde la contracción registrada tras el final de la Revolución Cultural (1976), pero le permite al gigante asiático cerrar el ejercicio como la única gran economía mundial en expandirse durante la pandemia.
La fortaleza china parecía algo impensable hace un año, cuando se cerró a cal y canto la ciudad de Wuhan por el primer brote serio de la covid. La consiguiente paralización del país provocó que la economía nacional se desplomara un 6,8% en el primer trimestre del año, negro augurio de lo que estaba por llegar en otros países.
Desde entonces, gracias a su control del patógeno, la economía china le dio la vuelta a la tortilla y fue mejorando de forma constante: creció un 3,2% en el segundo trimestre, un 4,9% en el tercero y cerró el último del año con un aumento del 6,5% interanual. Además, el paro urbano volvió al mismo punto desde el que partió a finales del 2019, un 5,2% que por ahora garantiza cierta estabilidad. “La economía nacional se recuperó de manera sostenida, el empleo y el nivel de vida se consolidaron firmemente y los principales objetivos y tareas del desarrollo económico y social se lograron mejor de lo esperado”, se congratuló el director de la Oficina Nacional de Estadísticas, Ning Jizhe.
Para su repunte, Pekín ha tirado sobre todo de la industria manufacturera. El sector se ha visto beneficiado por el aumento de las ventas en el extranjero, debido en parte a que sus productos han cubierto el vacío dejado por otros países exportadores cuya actividad se vio frenada por el patógeno. Gracias a la creciente demanda de material sanitario– mascarillas, respiradores, epis, guantes– y artículos electrónicos, que han vivido un boom por el teletrabajo, la producción industrial china creció un 7,3% interanual en el cuarto trimestre y cerró el año con una subida del 2,8%. De hecho, a pesar de la cruenta batalla comercial lanzada por el presidente Donald Trump, el superávit comercial de China con Estados Unidos alcanzó una cifra récord de 316.900 millones de dólares, un legado con el que el entrante Joe Biden tendrá que lidiar a partir de esta semana.
Pese a los buenos resultados obtenidos, las autoridades son conscientes de que se avecinan tiempos complicados. En las últimas semanas, el país está haciendo frente a un peligroso rebrote del virus en Pekín y tres provincias norteñas, donde ya hay casi 30 millones de personas confinadas. Los nuevos casos amenazan con afectar las inminentes vacaciones del Año Nuevo Lunar, en las que se registran millones de desplazamientos y el consumo se anima. Para evitar que el patógeno se propague, ya se han reforzado los controles y se ha pedido que se evite salir de las ciudades a no ser que sea estrictamente necesario. Estas medidas, que podrían verse reforzadas en los próximos días, amagan con dañar unas ventas al por menor que en el último mes del año crecieron un 4,6%, cuatro décimas menos que el mes anterior, para cerrar el año con una caída total del 3,9%.
Aun así, economistas como Julian Evans-Pritchard, de China Economist, consideran que las perspectivas siguen siendo buenas. “A pesar de la última caída en las ventas minoristas, vemos mucho margen para su aumento a medida que los hogares reduzcan el exceso de ahorro que acumularon el año pasado. Mientras, los vientos de cola de los estímulos del 2020 deberían mantener fuertes a la industria y la construcción”, aseguró en una nota.
Periódico Digital La Vanguardia